"Considero que la conciencia es fundamental, la materia es derivada de la conciencia. No podemos ir detrás de la conciencia. Todo lo que hablamos, todo lo que consideramos que existe, postula la conciencia. No hay materia como tal; sólo existe en virtud de una fuerza que hace vibrar la partícula y la mantiene unida en un diminuto sistema solar; debemos suponer detrás de esta fuerza la existencia de una mente consciente e inteligente.
La mente es la matriz de toda la materia" - Max Planck
Por: Dra. Inés Urdaneta, físico, y William Brown, biofísico, investigadores de Resonance Science Foundation
La consciencia ha sido un tema controvertido dentro de la ciencia, ya que no se trata sólo de explicar un estado fenomenológico especialmente complejo del cerebro, sino que llega hasta el corazón de nuestra concepción del mundo material. Resulta que la investigación de la naturaleza de la consciencia está inextricablemente ligada a la exploración de la naturaleza de la realidad. Esto se resume en el adagio centenario "si un árbol cae en el bosque, y no hay nadie cerca para oírlo, ¿hace ruido?". Evidentemente, la mayoría de nosotros estaría de acuerdo en que, por supuesto, hace ruido, ya que el sonido no es más que vibraciones mecánicas que se propagan en las moléculas de aire. ¿Hasta qué punto la realidad objetiva depende del observador?
Esta cuestión ha resurgido en forma de gato de Schrödinger, planteada en parte para demostrar la naturaleza no física del modelo Heisenberg-Bohr de la teoría cuántica, también conocido como Interpretación de Copenhague, que es la visión predominante del modelo mecánico cuántico. Estos modelos surgieron de los intentos de interpretar los mecanismos físicos del famoso experimento de la doble rendija, que algunos físicos consideraban que no tenían una explicación clásica.
El experimento de la doble rendija
La interpretación de Copenhague ha llevado a inferir que, a escala cuántica, la medición determina el resultado del evento observado y que el observador y lo observado pueden aislarse del sistema en el que están inmersos (es decir, todos los demás marcos de referencia). En la mecánica cuántica, el estado de una partícula (es decir, su posición, energía, velocidad y evolución en el tiempo) se describe mediante su función de onda 𝜓(x,t), donde x representa las coordenadas (en este caso, en una dimensión, o a lo largo del eje x), y t representa el tiempo. Durante un experimento para determinar el estado de una partícula cuántica, la propia medición produce supuestamente la reducción de la amplitud de la probabilidad (conocida como colapso de la función de onda) en un evento definido. Antes del colapso o medición, la función de onda original 𝜓(𝑥,𝑡) está compuesta por una superposición de "resultados probables", cada uno de ellos ponderado por un determinado coeficiente llamado amplitud de probabilidad (que representa la probabilidad de encontrar la partícula en ese estado concreto) y al realizar un experimento, el montaje ha "proyectado la medición" en uno de esos resultados, haya o no seres conscientes observándolo. Esto se interpreta entonces como que una partícula no tiene existencia física real hasta que es observada o medida de alguna manera, proporcionando un papel al observador como "proyector de la realidad que le rodea." Esta es una interpretación errónea de la mecánica cuántica, ya que el colapso de la función de onda no depende de que un agente de consciencia (un ser consciente) la observe; cualquier interacción con el entorno dará lugar a la decoherencia. Además, estudios experimentales recientes encuentran una interpretación diferente del experimento de la doble rendija basada en las ondas piloto en la dinámica de fluidos de los sistemas clásicos [1] [2].
El concepto de que un observador genera la realidad en la que se produce un acontecimiento, como la emisión de sonido del árbol que cae, supone un aislamiento del marco de referencia relativo al acontecimiento. Es decir, todas las interacciones del sistema, como las moléculas de aire, los pájaros del árbol vecino, la vida microbiana alrededor y dentro del árbol, etc., pueden considerarse marcos del subsistema - "observadores"- que experimentan el acontecimiento desde diferentes perspectivas, y es un punto recientemente expuesto [3]. ¿Existe un mecanismo por el cual la relación entre los marcos de referencia relativos genera un comportamiento colectivo que acaba evolucionando hacia un estado de autoconciencia?
Cada vez hay más interés y preocupación por la naturaleza de la realidad, y muchos científicos y autoridades tecnológicas, como Elon Musk han afirmado que es muy probable que vivamos en una simulación numérica, o que el universo sea una red neuronal.
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Además, muchos científicos y neurocientíficos trabajan bajo el supuesto de que la consciencia es un epifenómeno del cerebro ... ¿Cómo podemos saber si la consciencia es una propiedad emergente de la complejidad del cerebro (por lo tanto, es principalmente subjetiva, incluso se podría decir que es una ilusión), o es parte de un proceso y una perspectiva mayor?
Desde una perspectiva evolutiva, si la conciencia es simplemente un accidente epifenómeno de la neurología cerebral, la pregunta sigue siendo: ¿por qué evolucionó la consciencia? Muchos investigadores han demostrado que las funciones computacionales puramente algorítmicas son completamente suficientes para determinar todo, desde el complejo comportamiento de las aves que acuden en bandadas y los bancos de peces hasta los comportamientos simples de evitar presas, encontrar comida y aparearse. Como tal, ¿no sería superfluo el desarrollo evolutivo de la consciencia, y ciertamente de la autoconciencia? Siguiendo el modelo consensuado de evolución y desarrollo, la consciencia no surgiría, y de hecho esto es lo que han postulado muchos teóricos [1] [2]. Esencialmente, afirman que la consciencia es sólo una ilusión, en la que la experiencia ilusoria de lo que llamamos consciencia se produce después de que hayan ocurrido todos los procesos mecánicos y computacionales determinados, sugiriendo que no somos más que autómatas genéticamente preprogramados, al igual que todos los demás organismos.
Tales inferencias resultan de considerar los sistemas reducidos a sus subunidades componentes, y por tanto no tienen en cuenta en gran medida las propiedades emergentes de los sistemas que tienen interacciones complejas a diferentes escalas. Desde el nivel orgánico hasta el molecular, los sistemas vivos pueden tener interacciones sinérgicas y no lineales que van más allá de lo que predeciría una suma lineal de las partes. En lo que respecta a los estados cuánticos no triviales que se dan en el sistema biológico, cuando estos fenómenos cuánticos no locales se extienden al entorno macromolecular, puede surgir un comportamiento imprevisible de los sistemas, y puede ser un aspecto crítico de los procesos de información, consciencia y sensibilidad de la materia viva. En este contexto y con el propósito de definir las interacciones locales y no locales como un comportamiento colectivo, así como las generalizaciones del entrelazamiento [3], el principio holográfico [4] y las propiedades emergentes, debemos describir el sistema vivo como un todo mayor que la suma de sus partes, lo que se denomina sinergia [5], que da lugar a comportamientos y propiedades no predecibles (no mecanicistas).
Llegados a este punto, es importante decir que la computación cuántica y la inteligencia artificial (principalmente las redes neuronales artificiales) están alcanzando unas capacidades a través del aprendizaje automático profundo tales que pueden conseguir de forma natural algo que las teorías físicas estándar tienen muy difícil: expresar propiedades emergentes. Las propiedades emergentes, como ya se ha mencionado, son aquellas nuevas propiedades que aparecen en un colectivo de individuos que no están necesariamente presentes en ningún integrante del colectivo. Incluso la consciencia podría ser un ejemplo de propiedad emergente.
La IA y las redes neuronales artificiales son excepcionalmente buenas para correlacionar variables, pero a un precio muy alto... ganamos información sobre el qué a costa del cómo y el porqué. Se convierte en una caja negra porque revela y pondera las correlaciones entre variables, pero el proceso que explica cómo y por qué se correlacionan esas variables es altamente no lineal y queda impreso en la red neuronal. Se convierte en la propia red. El software y el hardware se mezclan, ya no son entidades separadas; se correlacionan y se convierten en un sistema complejo. También es cierto lo contrario: la ciencia de los sistemas complejos se aborda cada vez más a través del aprendizaje automático y las redes neuronales. Y dada la dificultad y la complejidad casi "imposible de resolver" de nuestros modelos físicos actuales -por ejemplo, el modelo estándar de partículas-, no sería de extrañar que empezáramos a hacer IA para rellenar las lagunas y reparar las incoherencias de las teorías dominantes, o incluso para lograr la teoría del todo. En nuestra búsqueda de resultados más precisos, perderíamos riqueza en los modelos y mecanismos teóricos.
Una de las implicaciones más importantes de la relación holográfica superficie-volumen encontrada por Nassim Haramein en su modelo holográfico generalizado -que proporciona una solución a la gravedad cuántica-, es la posibilidad de que la consciencia no esté localizada en el cerebro, y que, en cambio, el cerebro, y el resto del cuerpo, sean receptores/transmisores conectados a una red de información universal, y la complejidad surgiría del mecanismo de retroalimentación entre ellos. De ser así, la consciencia no se limitaría a una región localizada en la materia ni sería subjetiva para un solo individuo; impregnaría todas las cosas, incluido el espacio entre los objetos, y el mecanismo de retroalimentación sería una fuente de organización y estructura. En este sentido, la consciencia podría considerarse real, en lugar de una "ilusión" o maya, porque no sólo está dentro del cerebro sino también fuera, siendo un agente activo en la naturaleza y la realidad.
Por lo tanto, el significado físico proporcionado por el Modelo Holográfico Generalizado es fundamentalmente importante. Sus soluciones totalmente analíticas y geométricas nos permiten seguir los mecanismos y los fenómenos físicos implicados en la naturaleza de la realidad. Puede ser que la consciencia sea un mecanismo no local que surja de la interactividad de la geometría del espaciotiempo a escala de Planck y que sea intrínseca a ella, y que permita la integración no local y no lineal de las señales (nos referimos a esta geometría del espaciotiempo con múltiples conexiones como la red de microagujeros de gusano), formando una función integral dentro de los procesos físicos y biológicos. La dinámica de la información subyacente a los procesos físicos requeriría, por tanto, un marco autoorganizativo que surja de características como la intercomunicación, la memoria, la histéresis, los mecanismos de retroalimentación iterativos, las influencias retrocausales y las interacciones locales y no locales, a las que nos referimos como memoria espacial.
Dado que el modelo estocástico de la cosmología moderna supone que el orden en el universo surge de procesos aleatorios, el orden que presenciamos es altamente improbable, ya que su modelo ignora los procesos de retroalimentación desde primeros principios. Es equivalente a la analogía dada por Hoyle, de una persona ciega que ordena las caras desordenadas de un cubo de Rubik. Sin embargo, el azar es el marco predominante que pretende describir el orden cuántico y cosmológico.
El único escenario de la ciencia moderna en el que se permite este mecanismo de retroalimentación en la modelización convencional es en la biología, donde la altísima complejidad podría permitirlo. Se cree firmemente que el intercambio de información sólo puede producirse entre entidades biológicas, porque son las únicas que disponen del hardware necesario. Por muy razonable que parezca este argumento, ello plantea una suposición reduccionista que no logra explicar la aparición del orden y de los sistema autoorganizados ... ¿Se está descuidando la complejidad invariable a escala inherente al orden holofractal del universo?
Nota para el lector: este artículo forma parte de la sección 7.3, Módulo 7, del Curso de Ciencia Unificada de la Resonance Academy, disponible gratuitamente registrándose en es.resonancescience.org.
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