Físico Advierte a sus Colegas Sobre la Miopía de Construir otro Gran Colisionador de Hadrones

Por: William Brown, Biofísico de Resonance Science Foundation
"La supersimetría no es una teoría ajustada y eficiente, soldada para explicar las observaciones. Es un enredo de modelos matemáticos que podrían explicar cualquier cosa, o nada en absoluto". - Tom Hartsfield, doctor en física y colaborador de Big Think

En un ensayo para Big Think el doctor en física, Tom Hartsfield insta a sus colegas a no construir otro Gran Colisionador de Hadrones -un LHC++ de nueva generación- y expone una serie de razones por las que podría acabar siendo un colosal despilfarro de dinero y no aportar apenas nuevos descubrimientos que hagan avanzar la física y nuestra comprensión de los fundamentos de la Naturaleza.

Tom Hartsfield enumera algunas razones fundamentales por las que es una mala idea construir otro LHC:

  • Un LHC de nueva generación podría costar 100.000 millones de dólares. 
  • La hipotética máquina no podría probar realmente la teoría de cuerdas. Lo que podría descubrir es totalmente especulativo. 
  • Perseguir la curiosidad científica es gratificante, pero hay formas más inteligentes y productivas de gastar todo ese dinero.

En cuanto a esta última razón, señala que con 100.000 millones de dólares se podrían financiar "literalmente" 100.000 pequeños experimentos de física. Una reserva de capital de este tipo podría utilizarse en una amplia gama de proyectos de física de gran importancia (menos costosos) e incentivar a los nuevos graduados de doctorado a iniciar su propio laboratorio, donde la financiación estará disponible en lugar de ir a un gran proyecto, lo que crearía más laboratorios para la investigación de la física en lugar de canalizar todo el poder del cerebro en uno o dos megaproyectos (que persiguen teorías especulativas muy estrechas).

Hartsfield sugiere que un uso más sagaz del dinero podría ser agrupar los 100.000 millones de dólares en un megaproyecto para resolver un problema conocido del mundo real, como la inminente crisis energética, en lugar de limitarse a dar "tiros en la oscuridad" a teorías puramente especulativas que no serán falsificadas o apoyadas independientemente de lo que se observe. La teoría de las cuerdas, la teoría M, las branas D, etc., son ideas divertidas para contemplar y leer, pero hay un problema importante: no explican nada. Como supone Hartsfield, todo se ha convertido en algo muy académico y matemático, abstraído de todo lo que tiene fundamento.

Es pertinente señalar que no se han encontrado nuevas partículas en el Gran Colisionador de Hadrones desde el bosón de Higgs en 2012, y que el razonamiento de "simplemente ir más grande" puede no ser el mejor enfoque, y ciertamente no es la utilización más sabia de miles de millones de dólares de capital, que pueden ir hacia otros proyectos que resuelven problemas conocidos del mundo real.

"El dinero y la capacidad intelectual que se emplearían en un LHC más grande, podrían utilizarse mucho mejor para perseguir uno, unos pocos o muchos problemas científicos y prácticos conocidos en el mundo", escribe Hartsfield. "Por el camino, seguro que aparecería física nueva y desconocida, como siempre ocurre cuando se atacan problemas antes irresolubles".

RSF en Perspectiva

Los científicos de RSF nunca han sido muy partidarios de destrozar los protones golpeándolos entre sí a velocidades relativistas. La metralla fractalizada del plasma de Planck puede formar algo parecido a una partícula (durante una fracción de milmillonésima de segundo) con una configuración metaestable transitoria que corresponde al régimen de altísima energía de ese evento, pero casi instantáneamente sufre una rehadronización para volver a ser la verdadera partícula fundamental, el protón. El hecho es que, incluso bajo el modelo cromodinámico cuántico (QCD), el bosón de Higgs, que media la interacción de las partículas con el campo de Higgs, sólo representa aproximadamente el 1% de la masa del hadrón, el resto proviene del vacío cuántico (en forma de energía de enlace de los gluones según la QCD).

Con el LHC, la mayoría de los acoplamientos del bosón de Higgs con otras partículas del Modelo Estándar se han medido con una precisión aproximada del 20 por ciento, de modo que el mecanismo de Higgs ni siquiera está claramente definido con todo el rompimiento de protones que se ha hecho. Como explica el físico Matt Strassler, "desgraciadamente, hay tantos modelos y tantos parámetros [en relación con los modelos de Higgs] que no hay esperanza de un teorema de no perder, sino de una oportunidad de ganar". Y este es precisamente el problema, otros 25.000 a 100.000 millones de dólares es un precio muy alto para una "oportunidad de ganar", en la que con toda probabilidad no se obtendrán nuevos conocimientos ni se descartarán teorías o modelos competidores.

Ciertamente, una pequeña fracción de entre 25 y 100 mil millones de dólares aplicada a novedosas aplicaciones físicas, como la aplicación propuesta por el físico Nassim Haramein, que utiliza el acoplamiento del plasma magnetohidrodinámico cuántico a los modos del vacío para la utilización de la energía y el control gravitacional, tendría beneficios inconmensurables para el avance de la civilización, frente a los beneficios mínimos que se obtienen al perseguir modelos como la supersimetría en la madriguera de la especulación.

Lea el ensayo de Hartsfield en: Please, don’t build another Large Hadron Collider. [Big Think]

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